martes, 11 de octubre de 2011

De vampiros


Vampiros

Para los polacos eran upirs, entre los árabes oghorls y los griegos los llamaban brykolakas. Proveniente de la palabra eslava oper, el vampiro, es uno de los seres mitológicos que más nos atrae. Aunque de orígenes muy antiguos, con la publicación de la novela de Bram Stoker: Drácula, en 1897, surgió una nueva fascinación por este ser.

Entre los tártaros del Volga existía un tipo de alma, que no todos los hombres poseían, esta se llamaba ubyr. Al morir el portador del ubyr, que se mantenía vivo, abandonaba el cuerpo y salía por la noche a chupar la sangre de los hombres dormidos. ¿Cómo se destruía al ubyr? Se desenterraba el cadáver de su portador y con una estaca que le atravesaba el pecho era fijado sobre el suelo (los eslavos creían que esa estaca debía ser de un abedul).

Los griegos tenían el mito de Lamia, quien había sido amada por Zeus, sin embargo, Hera, celosa de tal relación, la persigue y mata a sus hijos. Desde entonces Lamia vagaba en busca de los hijos de sus vecinas para devorarlos. No duerme, a menos de que se embriague o se haya sacado los ojos.

Los empusae estaban asociados a la lamia. Este animal humano chupaba la sangre de los hombres, sobretodo niños, generalmente, se disfrazaban de hemosas mujeres.

Entre los indios zuni se cuenta que el murciélago Inko (vampiro) para chupar la sangre de un hombre dormido, bate sus alas constantemente, así evita despertarlo.

Las sirenas griegas, terribles y dañinas, encantan con su música. Según se decía eran el alma de los muertos, estos permanecían en el mundo de los vivos y se convertían en vampiros.

La sangre es el alimento del vampiro, pues esta contiene la vida que lo ha abandonado, es el elemento que lo mantiene atado a este mundo diurno. Es clara la relación existente entre sangre y vida, o sangre como transportadora del alma, por ello, es tan preciada inclusive en antiguos rituales iniciáticos o como un medio para aplacar la ira de los dioses u obtener algún poder sobrenatural.

Finalmente, el vampiro atrae y repele, es seductor, pero maligno, tiene la inmortalidad, aunque no la vida. Reúne en uno solo a los instintos y deseos más oscuros del ser humano, esos que están en constante oposión a las normas, por ello su mundo está bajo el abrigo de la noche.

El vampiro también es símbolo de la autodestrucción. Es un inadaptado a sí mismo y a su entorno, que para sobrevivir carga al otro con sus propios problemas y errores, de este modo, deja de asumir responsabilidades y compromisos, sin embargo, no se da cuenta que al único que daña es a su propio ser.

Para este análisis se utilizaron: Diccionario de símbolos de Jean Claude Chevalier y la teoría de los arquetipos de Carl Gustav Jung.

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